Como norma general, si el inmueble se adquiere
por uno o por ambos cónyuges y el pago inicial se realiza con dinero ganancial,
con independencia de cómo se realicen los pagos posteriores,tendrán carácter ganancial, todo ello al
amparo del 1.356 del Cciv.
Tendrán carácter privativo
aquellas adquisiciones de bienes inmuebles que se hagan con dinero privativo,
así se acredite y consten en la escritura o comparezca el otro cónyuge y así lo
reconozca, aun cuando los pagos posteriores se hagan con dinero ganancial (art.
1.356,2º Cciv.).
Sin embargo, la realidad
nos demuestra que las dos reglas anteriores tienen múltiples variables e
interpretaciones, pudiendo diferenciarse varios supuestos, el primero cuando
comparece uno solo en la escritura y manifiesta adquirir para su sociedad de
gananciales; que comparezcan ambos y de forma expresa manifiesten el acuerdo de
conferir carácter ganancial al bien, o por último que se produzca un derecho de
reembolso de la cantidad privativa invertida en la adquisición del bien
ganancial cuando se pruebe que la inversión se hizo con fondos privativos y no existió voluntad común de conferir a la adquisición carácter ganancial.
Hasta la sentencia de
pleno dictada por el Tribunal Supremo
con fecha 27 de mayo de 2019,( Id
Cendoj: 28079119912019100013), se entendía
que los actos propios y conscientes del cónyuge que al comparecer ante notario
manifiesta adquirir para su sociedad de gananciales ha de entenderse como una
declaración de voluntad libre que se realiza al amparo del 1.355 del Código
civil, el cual autoriza a los cónyuges a establecer, de común acuerdo, la
facultad de atribuir esa condición de ganancialidad a los bienes adquiridos a
título oneroso durante el matrimonio cualquiera que sea su procedencia, y que a
falta de una prueba contundente que acredite un error o vicio en el
consentimiento difícilmente podrá determinarse el carácter privativo.
A esta misma conclusión llegaba la STS de 8 de
octubre de 2004 (Id Cendoj: 28079110012004100890), cuando afirma que “Si bien
el art. 1361 C.c . establece, como regla general, a falta de otra prueba o
declaración al respecto, la presunción de ganancialidad de los bienes
"existentes" en el matrimonio, debiendo probar la parte que pretenda
la privacidad de los mismos, o de algunos de éllos, que en realidad lo son del
cónyuge que así lo exija; existen otras normas, no obstante, que permiten
alterar esa regla, como son la del art. 1355 , por un lado, que autoriza a los
citados cónyuges a establecer, de común acuerdo, la facultad de atribuir esa
condición de ganancialidad a los bienes adquiridos a título oneroso durante el
matrimonio, cualquiera que sea la procedencia del precio; y, por otro lado, la
del art. 1324 , que, que a su vez, permite, mediante "confesión"
(declaración unilateral válida en Derecho) hecha por el que, de ellos, pueda
resultar perjudicado, que tal declaración se constituya en prueba eficaz y
bastante para que determinados bienes sean considerados, aun perteneciendo a la
comunidad o al cónyuge que la hace, como propios del otro (confesión, por otro
lado, que sólo tiene efectos jurídicos entre los cónyuges o sus herederos, es
decir, siempre que no se perjudique la legítima de los herederos forzosos, y
sin que pueda trascender a los acreedores).”
Sin embargo, tras la
sentencia citada el marco normativo cambia y hemos de seguir las siguientes
cuestiones al objeto de determinar si el bien es privativo, es ganancial y
existe o no un posible derecho de reembolso del cónyuge que aporta dinero
privativo:
“a) Los bienes
existentes en el matrimonio se presumen gananciales mientras no se pruebe que
pertenecen privativamente a uno de los dos cónyuges (art. 1361 CC).
Combinando esta presunción con la afirmación de que son bienes gananciales los adquiridos a título oneroso a costa del caudal común (art. 1347.3 CC), resulta que todos los bienes adquiridos por título oneroso constante matrimonio son gananciales si no se demuestra que la adquisición se realizó con fondos propios.
Combinando esta presunción con la afirmación de que son bienes gananciales los adquiridos a título oneroso a costa del caudal común (art. 1347.3 CC), resulta que todos los bienes adquiridos por título oneroso constante matrimonio son gananciales si no se demuestra que la adquisición se realizó con fondos propios.
El cónyuge que sostenga el carácter privativo de un bien adquirido a título oneroso debe probar el carácter privativo del dinero empleado en la adquisición (a efectos del art. 1346.3 CC o, en su caso, del art. 1354 CC, o del art. 1356 CC). Para probar entre cónyuges que determinados bienes son propios de uno de ellos (o que lo es el dinero empleado en su adquisición) es bastante la confesión del otro, pero tal confesión por sí sola no perjudica a los herederos forzosos del confesante ni a los acreedores, sean de la comunidad o de cada uno de los cónyuges (art. 1324 CC).
b)
Dada la amplitud con que el art. 1323 CC admite
la libertad de pactos y contratos entre los cónyuges, son posibles acuerdos
por los que se atribuya carácter ganancial a bienes privativos de uno de ellos
(por ejemplo, por haber sido adquiridos antes de la sociedad, o adquiridos a
título gratuito constante la sociedad, etc.).
c) En este marco, en particular, el art. 1355 CC permite que los cónyuges atribuyan de común acuerdo carácter ganancial a un bien adquirido a título oneroso durante la vigencia de la sociedad de gananciales, con independencia de la procedencia de los fondos utilizados para la adquisición.
Se trata de la atribución de ganancialidad en el momento de la adquisición.
El efecto del art. 1355 CC es que el bien ingresa directamente en el patrimonio ganancial.
Si los fondos utilizados fueran gananciales, el bien adquirido sería ganancial por aplicación del art. 1347.3 CC. No haría falta la voluntad de las partes para atribuir al bien adquirido carácter ganancial. Lo que permite el art. 1355 CC es que los cónyuges atribuyan carácter ganancial a bienes que, de no existir tal acuerdo, serían privativos con arreglo a los criterios de determinación legal.
Puesto que los bienes adquiridos a costa de bienes privativos son privativos (art. 1346.3 CC), el art. 1355 CC permite que los cónyuges atribuyan carácter ganancial a los bienes adquiridos con fondos privativos de un cónyuge, sustituyendo con su voluntad la determinación legal de los bienes. Aunque el art. 1355 CC no lo menciona expresamente, los cónyuges también pueden atribuir carácter ganancial en su totalidad a bienes adquiridos mediante precio en parte ganancial y en parte privativo (art. 1354 CC).
Frente
a la atribución de ganancialidad realizada de forma voluntaria por los
cónyuges, la prueba posterior del carácter privativo del dinero invertido sería
irrelevante a efectos de alterar la naturaleza del bien, que ha quedado fijada
por la declaración de voluntad de los cónyuges.
d) Sin embargo, la prueba del carácter privativo del dinero (que, frente a la presunción de ganancialidad del art. 1361 CC, incumbe al que lo alegue) puede ser determinante del derecho de reembolso a favor del aportante (art. 1358 CC).
Cabe observar que la misma existencia del reembolso hace razonable la exigencia del consentimiento de ambos cónyuges para la atribución de ganancialidad a un bien que sería privativo, puesto que tal atribución hace nacer a favor de quien aportó los fondos un derecho de reembolso.
El
derecho de reembolso procede, por aplicación del art. 1358 CC, aunque no se
hubiera hecho reserva alguna en el momento de la adquisición.
Ello
por varias razones: en nuestro ordenamiento la donación no se presume, por lo
que el reembolso que prevé el art. 1358 CC para equilibrar los desplazamientos
entre las masas patrimoniales procede siempre que no se excluya expresamente;
el acuerdo de los cónyuges para atribuir la ganancialidad al bien no convierte
en ganancial al dinero empleado para su adquisición, y genera un crédito
"por el valor satisfecho" (art. 1358 CC); la adquisición de los
bienes comunes es "de cargo" de la sociedad de gananciales (art.
1362.2.ª CC).
e) Para la atribución de ganancialidad, el art. 1355.I CC exige el "mutuo acuerdo", es decir, el consentimiento de ambos cónyuges. A continuación, el art. 1355.II CC facilita la prueba de la existencia del convenio de atribución de ganancialidad en los casos de adquisición en forma conjunta y sin atribución de cuotas, porque en este caso presume la voluntad favorable de los cónyuges al carácter ganancial de los bienes. Por ello, para desvirtuar esta presunción de la voluntad común favorable a la ganancialidad no basta con probar que el precio pagado es privativo. El que esté interesado en desvirtuar la presunción que establece el art. 1355.II CC debe probar que en el momento de realizar la adquisición no existía la voluntad común de que el bien se integrara en el patrimonio ganancial.
f) El art. 1355 CC no contempla la atribución de ganancialidad de manera unilateral, por voluntad de un solo cónyuge. La declaración del cónyuge que, al adquirir un bien en solitario, manifiesta hacerlo para su sociedad de gananciales, es coherente con la presunción de ganancialidad (art. 1361 CC), pero por sí sola no atribuye al bien adquirido la condición de ganancial.
Ante una norma que para la atribución de ganancialidad exige el "común acuerdo" de los cónyuges (y solo presume la voluntad común favorable en casos de adquisición conjunta sin atribución de cuotas), hay que entender que si adquiere uno solo es el no adquirente quien debe probar la existencia del acuerdo, dado que constituye un hecho positivo exigido por la norma como presupuesto para la atribución de la ganancialidad.
Si se trata de un inmueble, la manifestación del cónyuge de que el bien se adquiere para la sociedad da lugar a que el bien se inscriba a nombre del cónyuge adquirente con esta indicación (art. 93.4 RH), sin que para ello se exija demostración de que los fondos invertidos son gananciales. Por el contrario, aunque el dinero empleado fuera privativo, la inscripción del bien adquirido como privativo del cónyuge requiere la justificación del carácter privativo del precio mediante prueba documental pública. Esta previsión expresa del art. 95.2 RH es coherente con el tipo de prueba que puede apreciar el registrador de la propiedad. En consecuencia, parece razonable concluir que la condición de ganancial basada en la sola declaración del cónyuge adquirente es meramente presuntiva y el adquirente puede probar en un proceso judicial el carácter privativo de los fondos a efectos de que se declare que el bien adquirido es privativo.”
Más adelante la sentencia nos dice que: “esta sala considera que cuando adquiere un bien uno solo de los cónyuges con su dinero privativo, aunque declare adquirir para la sociedad, es el no adquirente interesado en que se califique el bien como ganancial quien debe probar la existencia de acuerdo. Ello en atención a que el art. 1355 CC exige el "común acuerdo" de los cónyuges para atribuir carácter ganancial a un bien adquirido a título oneroso durante la vigencia de la sociedad, con independencia del origen de los fondos, y solo presume la voluntad común en casos de adquisición conjunta sin atribución de cuotas.
En segundo lugar, esta sala considera que cuando los cónyuges atribuyen de común acuerdo carácter ganancial a bienes adquiridos con dinero privativo de uno de ellos (o con dinero en parte privativo y en parte ganancial), la prueba del carácter privativo del dinero no es irrelevante, pues determina un derecho de reembolso a favor del aportante, aunque no haya hecho reserva en el momento de la adquisición (art. 1358 CC).”
Un cambio doctrinal que hace justicia y que dará mucho juego a los letrados que nos dedicamos a esta materia.
Te puede interesar:
https://novedadesderechodefamilia.blogspot.com/2019/07/la-pension-compensatoria-y-la.html
Comentarios
Publicar un comentario